Monday, October 31, 2011

Lusca Fusca 12. ¿Qué quiere decir con el paraíso? ¿Qué relación tiene usted con Fred? Molina clavó su mirada en las llaves mientras yo, en un acto reflejo, guardé la tarjeta en el bolsillo. “Somos hermanos. El paraíso es la clave de la curación de la esquizofrenia que padece. Durante cinco años estuvimos investigando su enfermedad. Era nuestra obsesión. Experimentábamos con su mente. Significaba su curación. Un día desapareció. Tenemos la patente en el laboratorio del psiquiátrico pero la caja donde está guardada sólo abre con estas llaves. Tiene que volver al psiquiátrico. Ayúdeme a encontrarlo”.

Sunday, October 30, 2011

Mónica García Picos ·11.La prueba más evidente era Molina. Existía una llave, que podría abrir alguno de los mundos de Fred. Siempre fue insondable y ahora más. Volví a mirar la foto. Molina llevaba una bata blanca. Aquel edificio medieval bordado de torretas y salpicado de torneras era el psiquiátrico de Conxo. La guardé. Un hombre se acercó y sentó frente de mí: era Molina. Esta vez no me apuntaba con una pistola, sino con su mirada de psicodélicas tinieblas “Usted tiene el paquete”, afirmó. Sacó una llave. La apoyó sobre la mesa. Idéntica. Eran dos las llaves. “Una sin la otra no abren el paraíso”, sentenció.

Wednesday, October 26, 2011

La Vivi Herrera · 10.Entré al bar, pedí café.Lo necesitaba.Así como diferenciar la evidencia de la alucinación. La llave, Molina y el psiquiátrico eran reales, después de todo fue ahí donde lo conocí, cuando su futuro prometedor de psiquiatra lo precedía, hasta que...No importaba ahora. Lo que importaba era la llave, la tarjeta y Molina, pero ¿qué diablos pintaba él? Entonces todo calzó. La llave, ese “objeto de poder” del que hablan los estudiosos de los sueños como Fred, no era una metáfora sino pura realidad

Tuesday, October 25, 2011

Rosa Montero-- 9. No puede ser, pensé con angustia: ha vuelto a recaer. Recordé los antipsicóticos que compré en la farmacia y que olvidé sobre la mesa: ¿cuánto tiempo llevaría Fred sin medicarse? Cuando estaba mal, siempre engañaba. Hubo otras crisis, antes. Predicó el fin del mundo y creyó enfrentarse a una vasta conjura. Pero en todas las alucinaciones había una llave: era el objeto mágico que abría la puerta de sus delirios. Y, sin embargo, me dije esperanzada, esta vez quizá fuera otra cosa. Esta vez había algo real: la presencia de Molina. Miré la foto: ese edificio del fondo, ¿no era el psiquiátrico?

Monday, October 24, 2011

Mónica García Picos · 8. Corrí escaleras abajo y sin luz, con tan mala suerte que tropecé con un objeto que voló los otros tres pisos hasta el último descansillo. Lo recogí: era “el paquete” y mi suerte tomó su revancha. La puerta estaba cerrada, rompí el cristal de una patada -vaya, lo que es la adrenalina – pase la mano y presioné todos los timbres a una vez. Algún despistado abrió la puerta desde su piso sin preguntar por quién. Me lancé fuera y tres calles más abajo y detrás de un contenedor de basura lo abrí. En medio de un nido de virutas de madera había una tarjeta de memoria, una llave y una foto: era Molina.

Friday, October 21, 2011

7. Acto reflejo según el diccionario: respuesta involuntaria no controlada por la conciencia a un estímulo como los golpes o el dolor. Yo incluiría el miedo. Se le cruzaron los cables, que diría el pueblo llano. Lo mío al ver la pistola mas que un cruce de cables fue un cortocircuito en toda regla. Un par de segundos, no duró más. El tiempo suficiente para cerrar los ojos, coger carrerilla, cargar con fuerza contra un boquiabierto Molina y salir por patas.

Thursday, October 20, 2011

6. Giré sobre mis pies ...para hablarte con los ojos. Estaba segura de que reconocerías en mi mirada un 'lo siento'. Siempre lo hacías, cada vez que mi miedo nos metía en apuros. Al volverme habías desaparecido y contigo, el paquete. Quise ver que las cortinas se movían. ¿Una huida rápida por la ventana? El salón devolvía una calma ahogada. La misma que mantenía yo mientras Molina me hacía a un lado para cruzar el pasillo. ¿De qué conoce usted al señor Gutierrez?-interrogó, apuntándome con la pistola.

Wednesday, October 19, 2011

5.-El detective Molina, a pesar de su nombre de funcionario triste y gris, parecía una caricatura de Sam Spade. El cigarro ladeado se le cayó, quemando su roída gabardina, cuando preguntó ¿Alfredo Gutierrez?. Al tiempo, abrió su cartera torpemente para mostrar su identificación. Es él, dije nerviosa. No sé por qué reaccioné de esa manera, como eludiendo alguna culpa o acusación, como intuyendo que el dichoso paquete contenía algo ilegal. Siempre había que pagar un precio por la felicidad.

Tuesday, October 18, 2011

4.Ni siquiera se había dignado a compartir conmigo el contenido de ese paquete. Hasta ese punto había llegado nuestra relación a enfriarse.Un día hace tres semanas vino cargado con él y sin mediar palabra lo colocó debajo de nuestra cama y me hizo jurar que jamás lo abriría. Desde entonces formaba parte de la decoración de nuestro dormitorio, ¿o debería decir ‘su’ dormitorio?. “Este paquete es nuestro pasaporte para la nueva vida que siempre soñamos” dijo. En aquel momento, alguien llamó a la puerta, ¿Quién coño sería a estas horas?
‎3.Sus noticias hacía tiempo que pasaron de ser brotes de ilusion a espinas que se clavaban en mi futuro. Ya ni siquiera pensaba en plural."Ya sé lo que vamos a hacer con ese maldito paquete" me espetó, así, sin dejarme siquiera preguntar que nuevas eran aquellas que le habían hecho cambiar su torcido gesto por esa sonrisa continua, casí estupida
"Te asusté?" "Si, como siempre." Puse las cosas sobre el tocador y me senté, sin fuerzas, en la cama. Cómo me irritaba ver su satisfacción. "Uno de estos días no voy a correr. Lo sabes." "Ven acá, no seas aguafiestas. Hice unos sandwiches como para chuparse los dedos." Para mi sorpresa, estaba de muy buen humor. Nunca se sabía, con él. Los sandwiches estaban, en efecto, deliciosos. Al terminar de comer me tocó suavemente la mano y anunció: "Tengo algunas noticias".
Salí para ir a la farmacia y al regresar, diez minutos después, lo vi acodado en la ventana. Me detuve y lo miré, sin saber qué pensar. Llevaba la misma camisa blanca arrugada con la que había estado ovillado en la cama durante horas. Fumaba con lentitud, ausente, tranquilo. Como un hombre satisfecho que se asoma a ver morir la tarde. Entonces bajó la cabeza, me descubrió a sus pies y sonrió. Y su sonrisa me partió el corazón. Corrí escaleras arriba, forcejeé con las llaves e irrumpí sin aliento en la habitación. Él ya estaba sentado en el alféizar, con los pies colgando sobre el vacío.