Monday, October 24, 2011

Mónica García Picos · 8. Corrí escaleras abajo y sin luz, con tan mala suerte que tropecé con un objeto que voló los otros tres pisos hasta el último descansillo. Lo recogí: era “el paquete” y mi suerte tomó su revancha. La puerta estaba cerrada, rompí el cristal de una patada -vaya, lo que es la adrenalina – pase la mano y presioné todos los timbres a una vez. Algún despistado abrió la puerta desde su piso sin preguntar por quién. Me lancé fuera y tres calles más abajo y detrás de un contenedor de basura lo abrí. En medio de un nido de virutas de madera había una tarjeta de memoria, una llave y una foto: era Molina.