Sunday, October 30, 2011

Mónica García Picos ·11.La prueba más evidente era Molina. Existía una llave, que podría abrir alguno de los mundos de Fred. Siempre fue insondable y ahora más. Volví a mirar la foto. Molina llevaba una bata blanca. Aquel edificio medieval bordado de torretas y salpicado de torneras era el psiquiátrico de Conxo. La guardé. Un hombre se acercó y sentó frente de mí: era Molina. Esta vez no me apuntaba con una pistola, sino con su mirada de psicodélicas tinieblas “Usted tiene el paquete”, afirmó. Sacó una llave. La apoyó sobre la mesa. Idéntica. Eran dos las llaves. “Una sin la otra no abren el paraíso”, sentenció.