Wednesday, November 23, 2011

Sandra Castellanos 21. Una intolerable somnolencia se apoderó de mí. De repente me vi a mí misma sentada en el alféizar, con los pies colgando sobre el vacío. Abrí los ojos en una cama de hospital. En un rincón, Fred, con expresión fúnebre, miraba siempre la misma página de un magazín. Al pie mío Molina hablaba con el calvo, sus rostros ensombrecidos de preocupación. “¿Criónica, dice?” preguntó Molina, pensativo. “Sí Dr Sierra. Al paso que va ese hematoma, es la única forma de salvarla. A la técnica para operar esa zona del cerebro le faltan por lo menos dos años”. En eso, Fred levantó la vista y gritó “¡Esta despierta!”.

Monday, November 21, 2011

20

Mónica García Picos 20. ¿”Fred y Molina no existen ?”. Envuelta en la luz mortecina de lo que parecía una morgue el continuo murmuro del calvo no cesaba. Estaba tendida sobre una fría mesa de acero .“¿Qué tratamiento?”, musité “El que comenzaste en Conxo hace dos años. No has salido desde entonces. “ Yo, atónita. “Eres el experimento, por tanto el paraíso”, sonrió. Las llaves estaban aún conmigo. “Y entonces, ¿qué es esto?”, pregunté con prueba en mano. Detrás del calvo oviforme se veían tres puertas de acero con sus cerrojos. “Yo tengo la tercera, ”carraspeó. Hacía mucho frío allí dentro. “Criónica”, dijo y salió.

Tuesday, November 15, 2011

19


La Vivi Herrera 19.Me sentía una Alicia que había caído por el agujero de la locura frente a esa puerta, las dos llaves y los dos candados que parecían gritar “ábreme”. Lo hice y como si fuera un parto me di a luz en la sala resplandeciente dejando en el cordón umbilical todo rastro de sensatez. Llamé a Fred a viva voz y entonces apareció ante mi un sujeto calvo y pequeño. Era la voz que me había socorrido en el pasillo. -¿Fred? ¿Es que todavía no lo entiendes? Veo que el tratamiento de Sierra, o Molina como lo conoces, fue en verdad efectivo. Fred no existe, bonita, nunca ha existido más que acá- y golpeó con su índice mi sien.

Sunday, November 13, 2011

18

Sandra Castellanos 18. Las tomé instintivamente y salí. Dos gorilas me cerraban el paso. “El doctor…” balbuceé. Les bastó ver a Molina tendido en el suelo, con los labios azules, para olvidarse de mí. Me tambaleé por un pasillo estrecho y oscuro. De un lado y de otro me alcanzaban los gritos. “Por acá”, me susurró una voz (¿Fred?). A mi izquierda se abría un corredor diminuto, que terminaba en un resplandor. ¿Soñaba? Nunca sabré cuáles de las cosas que viví fueron reales y cuáles producto de mi imaginación exaltada por las drogas. Llegué al final. Una puertecilla destellaba ante mí, cerrada por dos grandes candados.

Thursday, November 10, 2011

17


Andrés Vicente Navarrete 17. “¿Por qué yo?”, pregunté. “Mitad azar, mitad selección –respondió ufano–. Dabas el perfil: mujer sola y sin trabajo, neurótica y tan estúpida como para enamorarte del primer farsante que te hiciera ojitos. Pero me equivoqué –se lamentó-, cazaste al cazador y todo se fue al garete”. De pronto calló y mudó el semblante, aflojó la corbata y contorsionó el cuello. La frente se le perló y comenzó a sudar como un cerdo. Descompuesto, miró a la tarjeta y a los dedos con los que la había tocado. “Hijo de puta”, balbuceó, y se desplomó al suelo. Me quedé atónita. Sobre la mesa descansaban las dos llaves.

Wednesday, November 9, 2011

16

Lusca Fusca 16. Se retiró y cerró la puerta. Regresó con un netbook, me enseñó la tarjeta, ¿la reconoces? La conectó y dijo: Lee. Bienvenida a tu historial. Mi hermanito ha hecho un buen trabajo. Lástima que se haya echado atrás. No puedo permitir dos meses sin datos. Cuando empecé a leer, sentí que toda mi vida se desvanecía al antojo de dos obsesos. Descripciones minuciosas de sustancias que desconocía y que se suponía que había estado ingiriendo. Martes y viernes. Desde enero, cuando decidí irme a vivir con Fred, hasta mayo. Martes y viernes, Fred abría una botella de vino y me servia una copa. Empecé a llorar.

Sunday, November 6, 2011

15

Esther Calvo 15. “No… puedo…mis manos...”. Molina me sonrió, “Nena, sólo estás confusa, obedece y Fred vendrá a por ti y todo terminará”. Los gritos continuaban y tenía la impresión de que, con cada uno, una aguja entraba a través de la piel hasta mi cerebro. “Escribe: Fred, lo tengo…”. Para mi sorpresa, cogí el lápiz con fuerza y empecé a garabatear. ”Estoy en el antiguo despacho…”. Chillido, aguja. Dolía, pero parecía que trataban de recordarme algo, avisarme… “Ven”. Aguja… “Espera, tu no sabes… ¿cómo le harás llegar mi nota?”. Molina soltó una risilla nerviosa: “No has podido leer la tarjeta ¿verdad?”.

Wednesday, November 2, 2011

14

Aanima Wayra · 14) Mi cuerpo no respondía a las órdenes del cerebro, estaba más estático que un ancla. Molina me subió a un auto que más parecía carroza fúnebre. De mis bolsillos, sacó la llave y la tarjeta, como que ese fue siempre su objetivo “Al fin, ahora falta agarrar al traidor ese” escuché mientras la escopolamina me llevaba a los brazos de Morfeo. Desperté en una especie de laboratorio; en la pared contigua al pasillo, donde se escuchaban unos gritos desgarradores, estaba la foto de Fred, solo que esta vez no tenía bata blanca, sino otro uniforme. Se me acercó Molina con papel y lápiz, y dijo: “Anota lo siguiente”

13

Lorena Schuster Varela 13. Negué con la cabeza. “Imaginé que no resultaría fácil…”. Torció el gesto y suspiró resignado. Al instante me sentí terriblemente agotada… Un cosquilleo en los labios. Un gusto metálico, como de sangre. Alcancé a abrir la boca, pero no pude emitir sonido alguno. El peso del bar y del mundo sobre los hombros… El café… Pero, ¿en qué momento…? “Vaya… Rápido y efectivo. Como decía el prospecto…”, sonreía Molina. “¿Acaso son todos idiotas?”, quise gritar…Pero claro, nadie quería ni mirar al hombre que arrastraba a su novia borracha hasta el auto “Espero que seas un buen señuelo…”

Monday, October 31, 2011

Lusca Fusca 12. ¿Qué quiere decir con el paraíso? ¿Qué relación tiene usted con Fred? Molina clavó su mirada en las llaves mientras yo, en un acto reflejo, guardé la tarjeta en el bolsillo. “Somos hermanos. El paraíso es la clave de la curación de la esquizofrenia que padece. Durante cinco años estuvimos investigando su enfermedad. Era nuestra obsesión. Experimentábamos con su mente. Significaba su curación. Un día desapareció. Tenemos la patente en el laboratorio del psiquiátrico pero la caja donde está guardada sólo abre con estas llaves. Tiene que volver al psiquiátrico. Ayúdeme a encontrarlo”.

Sunday, October 30, 2011

Mónica García Picos ·11.La prueba más evidente era Molina. Existía una llave, que podría abrir alguno de los mundos de Fred. Siempre fue insondable y ahora más. Volví a mirar la foto. Molina llevaba una bata blanca. Aquel edificio medieval bordado de torretas y salpicado de torneras era el psiquiátrico de Conxo. La guardé. Un hombre se acercó y sentó frente de mí: era Molina. Esta vez no me apuntaba con una pistola, sino con su mirada de psicodélicas tinieblas “Usted tiene el paquete”, afirmó. Sacó una llave. La apoyó sobre la mesa. Idéntica. Eran dos las llaves. “Una sin la otra no abren el paraíso”, sentenció.

Wednesday, October 26, 2011

La Vivi Herrera · 10.Entré al bar, pedí café.Lo necesitaba.Así como diferenciar la evidencia de la alucinación. La llave, Molina y el psiquiátrico eran reales, después de todo fue ahí donde lo conocí, cuando su futuro prometedor de psiquiatra lo precedía, hasta que...No importaba ahora. Lo que importaba era la llave, la tarjeta y Molina, pero ¿qué diablos pintaba él? Entonces todo calzó. La llave, ese “objeto de poder” del que hablan los estudiosos de los sueños como Fred, no era una metáfora sino pura realidad

Tuesday, October 25, 2011

Rosa Montero-- 9. No puede ser, pensé con angustia: ha vuelto a recaer. Recordé los antipsicóticos que compré en la farmacia y que olvidé sobre la mesa: ¿cuánto tiempo llevaría Fred sin medicarse? Cuando estaba mal, siempre engañaba. Hubo otras crisis, antes. Predicó el fin del mundo y creyó enfrentarse a una vasta conjura. Pero en todas las alucinaciones había una llave: era el objeto mágico que abría la puerta de sus delirios. Y, sin embargo, me dije esperanzada, esta vez quizá fuera otra cosa. Esta vez había algo real: la presencia de Molina. Miré la foto: ese edificio del fondo, ¿no era el psiquiátrico?

Monday, October 24, 2011

Mónica García Picos · 8. Corrí escaleras abajo y sin luz, con tan mala suerte que tropecé con un objeto que voló los otros tres pisos hasta el último descansillo. Lo recogí: era “el paquete” y mi suerte tomó su revancha. La puerta estaba cerrada, rompí el cristal de una patada -vaya, lo que es la adrenalina – pase la mano y presioné todos los timbres a una vez. Algún despistado abrió la puerta desde su piso sin preguntar por quién. Me lancé fuera y tres calles más abajo y detrás de un contenedor de basura lo abrí. En medio de un nido de virutas de madera había una tarjeta de memoria, una llave y una foto: era Molina.

Friday, October 21, 2011

7. Acto reflejo según el diccionario: respuesta involuntaria no controlada por la conciencia a un estímulo como los golpes o el dolor. Yo incluiría el miedo. Se le cruzaron los cables, que diría el pueblo llano. Lo mío al ver la pistola mas que un cruce de cables fue un cortocircuito en toda regla. Un par de segundos, no duró más. El tiempo suficiente para cerrar los ojos, coger carrerilla, cargar con fuerza contra un boquiabierto Molina y salir por patas.

Thursday, October 20, 2011

6. Giré sobre mis pies ...para hablarte con los ojos. Estaba segura de que reconocerías en mi mirada un 'lo siento'. Siempre lo hacías, cada vez que mi miedo nos metía en apuros. Al volverme habías desaparecido y contigo, el paquete. Quise ver que las cortinas se movían. ¿Una huida rápida por la ventana? El salón devolvía una calma ahogada. La misma que mantenía yo mientras Molina me hacía a un lado para cruzar el pasillo. ¿De qué conoce usted al señor Gutierrez?-interrogó, apuntándome con la pistola.

Wednesday, October 19, 2011

5.-El detective Molina, a pesar de su nombre de funcionario triste y gris, parecía una caricatura de Sam Spade. El cigarro ladeado se le cayó, quemando su roída gabardina, cuando preguntó ¿Alfredo Gutierrez?. Al tiempo, abrió su cartera torpemente para mostrar su identificación. Es él, dije nerviosa. No sé por qué reaccioné de esa manera, como eludiendo alguna culpa o acusación, como intuyendo que el dichoso paquete contenía algo ilegal. Siempre había que pagar un precio por la felicidad.

Tuesday, October 18, 2011

4.Ni siquiera se había dignado a compartir conmigo el contenido de ese paquete. Hasta ese punto había llegado nuestra relación a enfriarse.Un día hace tres semanas vino cargado con él y sin mediar palabra lo colocó debajo de nuestra cama y me hizo jurar que jamás lo abriría. Desde entonces formaba parte de la decoración de nuestro dormitorio, ¿o debería decir ‘su’ dormitorio?. “Este paquete es nuestro pasaporte para la nueva vida que siempre soñamos” dijo. En aquel momento, alguien llamó a la puerta, ¿Quién coño sería a estas horas?
‎3.Sus noticias hacía tiempo que pasaron de ser brotes de ilusion a espinas que se clavaban en mi futuro. Ya ni siquiera pensaba en plural."Ya sé lo que vamos a hacer con ese maldito paquete" me espetó, así, sin dejarme siquiera preguntar que nuevas eran aquellas que le habían hecho cambiar su torcido gesto por esa sonrisa continua, casí estupida
"Te asusté?" "Si, como siempre." Puse las cosas sobre el tocador y me senté, sin fuerzas, en la cama. Cómo me irritaba ver su satisfacción. "Uno de estos días no voy a correr. Lo sabes." "Ven acá, no seas aguafiestas. Hice unos sandwiches como para chuparse los dedos." Para mi sorpresa, estaba de muy buen humor. Nunca se sabía, con él. Los sandwiches estaban, en efecto, deliciosos. Al terminar de comer me tocó suavemente la mano y anunció: "Tengo algunas noticias".
Salí para ir a la farmacia y al regresar, diez minutos después, lo vi acodado en la ventana. Me detuve y lo miré, sin saber qué pensar. Llevaba la misma camisa blanca arrugada con la que había estado ovillado en la cama durante horas. Fumaba con lentitud, ausente, tranquilo. Como un hombre satisfecho que se asoma a ver morir la tarde. Entonces bajó la cabeza, me descubrió a sus pies y sonrió. Y su sonrisa me partió el corazón. Corrí escaleras arriba, forcejeé con las llaves e irrumpí sin aliento en la habitación. Él ya estaba sentado en el alféizar, con los pies colgando sobre el vacío.