Sunday, November 6, 2011

15

Esther Calvo 15. “No… puedo…mis manos...”. Molina me sonrió, “Nena, sólo estás confusa, obedece y Fred vendrá a por ti y todo terminará”. Los gritos continuaban y tenía la impresión de que, con cada uno, una aguja entraba a través de la piel hasta mi cerebro. “Escribe: Fred, lo tengo…”. Para mi sorpresa, cogí el lápiz con fuerza y empecé a garabatear. ”Estoy en el antiguo despacho…”. Chillido, aguja. Dolía, pero parecía que trataban de recordarme algo, avisarme… “Ven”. Aguja… “Espera, tu no sabes… ¿cómo le harás llegar mi nota?”. Molina soltó una risilla nerviosa: “No has podido leer la tarjeta ¿verdad?”.