Wednesday, November 23, 2011

Sandra Castellanos 21. Una intolerable somnolencia se apoderó de mí. De repente me vi a mí misma sentada en el alféizar, con los pies colgando sobre el vacío. Abrí los ojos en una cama de hospital. En un rincón, Fred, con expresión fúnebre, miraba siempre la misma página de un magazín. Al pie mío Molina hablaba con el calvo, sus rostros ensombrecidos de preocupación. “¿Criónica, dice?” preguntó Molina, pensativo. “Sí Dr Sierra. Al paso que va ese hematoma, es la única forma de salvarla. A la técnica para operar esa zona del cerebro le faltan por lo menos dos años”. En eso, Fred levantó la vista y gritó “¡Esta despierta!”.